La corrupción urbanística destruye más de 50 nidos de tortuga boba en una playa de Turquía

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Actualidad 24 Junio 2019
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La playa de Ramlet El Bayda el sábado 12 de noviembre del 2016. Crédito: Firas BouZeineddine / Facebook.

Cincuenta nidos de tortuga boba en peligro de extinción, también conocida como Caretta caretta, han sido destruidos por maquinaria de construcción en el distrito de Serik, en la provincia mediterránea de Antalya, al suroeste de Turquía. La maquinaria fue avanzando a lo largo de un kilómetro de playa, apisonando la arena y aplastando los 50 nidos.

 

“No sabemos si los huevos eclosionarán,” decía el Dr. Ali Fuat Canbolat, de la Universidad de Hacettepe, en Ankara, Turquía.

“Sabremos el alcance de la destrucción en unos 35-40 días,” decía.

Canbolat afirma que el municipio de Serik, donde ha tenido lugar la tragedia, es el responsable de la destrucción, aunque su alcalde niega cualquier acusación, afirmando que ya ha pedido a las autoridades y funcionarios que investiguen a los responsables.

Según Canbolat, no es la primera vez que suceden casos similares y que las autoridades ya fueron informadas en anteriores ocasiones.

“Y aquí no ha cambiado nada,” decía. “No comprendo la necesidad de aplanar la arena. Si el problema es que la playa está sucia, pues la limpiamos. Y hay un momento para hacerlo. Existe una circular sobre la protección del espacio vital de las tortugas marinas que dice que “las labores de limpieza de playas en estas áreas se llevarán a cabo antes de la temporada de anidación. Y esto significa antes del 15 de mayo. Estamos a 15 de junio y las tortugas están anidando,” lamentaba.

La tortuga boba está considerada una especie vulnerable según criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Turquía es una de las áreas de anidación más importantes para la tortuga boba y la tortuga verde (Chelonia mydas). En particular, más de la mitad de la población de tortuga verde viene a poner sus huevos en las playas de Turquía.

Entre las amenazas a las que se enfrentan se incluyen la contaminación por plástico (en particular bolsas que la tortuga boba confunde por medusas), las pesquerías de pequeña y gran escala (principalmente ingestión de anzuelos y enredos en las redes de pesca), la alimentación humana (que las lleva a alimentarse de forma precaria y a un comportamiento atípico), las hélices de los barcos y, más lamentable, los pescadores que las matan intencionadamente (al considerarlas una amenaza para el cebo de los anzuelos).

Otro problema en Turquía es que multitud de operadores turísticos y restaurantes tratan a las tortugas como una atracción turística, alimentándolas regularmente para atraer a las multitudes. Aunque la práctica de alimentarlas con pollo, pan u otros alimentos no naturales ha disminuido, muchos siguen alimentándolas con cangrejos y otros crustáceos, afirmando que no puede perjudicarlas al ser parte de su dieta. Sin embargo, alimentar a un animal salvaje como las tortugas las hace propensas a ser golpeadas por las hélices de los barcos, a un cambio en su comportamiento por uno más agresivo y a una alteración de sus hábitos alimentarios.